23 de noviembre de 2009

Los viejos aficionados a la fotografía nunca mueren

Vivimos en un mundo en constante cambio. Es difícil, si no imposible, mantenerse al día de toda la innovación tecnológica que nos produce la sociedad de consumo actual. La industria necesita de constante innovación, no solo para mejorar el producto, sino también para mantener activas las vías constantes del consumo, en ocasiones, obsesivo y enfermizo.

El mundo de la fotografía no es menos, más bien al contrario. Parece como si nada fuese actual y todo quedase desfasado nada más aparecer, antes, incluso, de aparecer si leemos algunas primeras toma de contacto de las revistas o blogs que se dedican a analizar cada uno de los productos a los que nos tiene predestinados la industria fotográfica. Mayor es aún la sensación de cambio viéndola bajo la perspectiva que nos produce el paso de los años, donde toda esta evolución se nos aparece como comprimida por la acumulación de los años.

Quizás sea preciso, ante toda esta convulsión, una serena reflexión personal. Recordar nuestros propios orígenes, aquellos que nos acercaron a la fotografía en un primer instante, en ese instante donde quedamos atrapados por su magia.

En mi caso, recuerdo que siendo un niño, pude presenciar como dentro de la cubeta del revelador aparecía una imagen sobre un pedazo de papel, que se me antojaba, bajo la luz roja del farol que iluminaba el cuarto oscuro, que tendría que ser blanco. El laboratorio pertenecía a un vecino que conseguía un sobresueldo haciendo de fotógrafo de playa, eventos, y ocasional fotógrafo de estudio. Desde ese mismo instante quedé atrapado por la magia de la fotografía, una fotografía artesana cuyo proceso resultaba ser un profundo misterio.

Tras un prolongado paréntesis, en el que el analógico fue dejando paso al digital, o mejor dicho, la fotografía digital desplazó con fuerza a la analógica, y que a mí me sirvió para evolucionar como persona que adquiere madurez, volví al mundo de la imagen, lleno de incógnitas y pendiente de nuevas experiencias como si nunca hubiese tenido una cámara en mis manos. Pasado el primer choque, el enfoque que podía tener hacia la fotografía no podía ser el mismo que cuando empezaba con la analógica, independientemente de todos los avances técnicos que pudiese presentar el nuevo formato. No era cuestión solo de sacar partido a un soporte distinto, de alguna forma, la informática ya forma parte de nuestra vida, y pasado el primer escollo de trabajar en raw, era cuestión de replantearse la práctica fotográfica con otro criterio. Se trataba de disfrutar de todo el proceso, desde la toma hasta la presentación, bien en la pantalla, en papel, o simplemente, publicando en algún foro o página web.

El mundo fotográfico, ahora, se ha llenado de imágenes, cuanto menos atractivas, y cuanto más, claramente llenas de arte y sensibilidad. A través de la banda ancha llegamos a conocer aficionad@s, más o menos anónimos, de todo el mundo. Aficionad@s que mostrando sus habilidades en páginas como flickr dejan de ser anónimos a tenor del número de visitas que reciben y de los comentarios a sus fotos. Hoy en día es difícil definir admiración hacia un artista, cuando muchos aficiona@s anónimos muestran suficiente imaginación y dominio técnico en imágenes llenas de elogio. El mundo profesional hace alarde en sus resultados de medios y el mundo amateur lo hace de imaginación, unos cobran importantes cantidades por sus obras, otros transmiten satisfacción y placer de practicar con una herramienta cuyo mundo se democratiza y universaliza.

Siempre habrá buenos profesionales, y siempre habrá buenos aficionados que con su innovación y empuje se abran camino hacia un futuro profesional con frescura renovada. A los amateur, los aficionados, nos queda seguir teniendo satisfacciones íntimas con nuestros trabajos. A los viejos aficionados de toda la vida, nos toca mostrar un camino de aprendizaje sereno, de disfrutar de cada instante de la toma fotográfica, de mantener un estilo entre profesional y aficionado novato permanentemente dispuesto a hacer imágenes de todo. Nos queda transmitir satisfacción personal pasado ese primer impulso de descubrimiento, para llegar a un estado de disfrute antes y después de cada click, en cada paso de elaboración de nuestras imágenes.

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